lunes, 15 de abril de 2024

28 años de un crimen que sigue impune

El sábado 24 de febrero de 1996, desde muy temprano en la mañana, mi apartamento en el barrio de la Víbora, a veinte minutos en automóvil del centro de La Habana, estaba vigilado por agentes de la Seguridad del Estado y afiliados de la represiva asociación de combatientes.

La línea telefónica estaba cortada y en las dos esquinas de la casa había un auto patrullero. Al filo del mediodía hubo un apagón de cuatro horas. Esa mañana se conmemoraba el 101 aniversario del Grito de Baire y los vecinos hacían cola en la carnicería para comprar por la libreta de racionamiento media libra de mortadella por persona.

Sobre las dos y media de la tarde, según contó posteriormente la prensa oficial, las estaciones de radar de las fuerzas armadas detectaron tres objetivos aéreos desconocidos dentro de los límites de la frontera, los cuales tenían desconectados el código respondedor, mientras realizaban un vuelo paralelo a las costas cubanas. A las dos y cincuenta y siete de la tarde, cuenta la versión del régimen, el controlador de vuelo del ATC de La Habana informa a los pilotos de las aeronaves que estaban penetrando en una zona militar peligrosa, activada, y que su vuelo corría peligro.

Ante la advertencia, José Basulto, líder de Hermanos al Rescate contesta: "Estamos conscientes del peligro cada vez que cruzamos el área sur del paralelo 24, pero estamos dispuestos a hacerlo en nuestra condición de cubanos libres". En un operativo fulminante, dos aviones cazas, un MIG-23 y un Mig-29, pulverizan a dos avionetas desarmadas que habían despegado del aeropuerto de Opa Locka en Miami.

Tras el ataque perdieron la vida tres pilotos estadounidenses de origen cubano, Carlos Costa, Mario de la Peña y Armando Alejandre Jr. y el residente cubano Pablo Morales. En el noticiero de televisión de esa noche, la dictadura de Fidel Castro ofreció una versión diferente. El pretexto del derribo de las avionetas era el lanzamiento de proclamas antigubernamentales y el apoyo a ‘grupúsculos contrarrevolucionarios’ de la disidencia interna.

Posteriormente, tras una exhaustiva investigación de la Organización de Aviación Civil Internacional, se determinó que las avionetas fueron derribadas en aguas internacionales. Y que las autoridades de Cuba no cumplieron los protocolos de aviso establecidos, tampoco intentaron desviar las naves fuera de las zonas de peligro, ni ordenaron a los pilotos que aterrizaran en un aeródromo designado.

Tras conocerse el informe, el Consejo de Seguridad de la ONU adoptó la resolución 1067, con trece votos a favor, ninguno en contra y la abstención de Rusia y China, que condenó el uso de armas contra aviones civiles y llamó al régimen de La Habana a cumplir con las leyes internacionales.

La responsabilidad directa del crimen recae sobre el general de Ejército Raúl Castro, quien posteriormente confesó que se trató de una operación premeditada y personalmente dio instrucciones precisas para que las avionetas fueran derribadas: “Túmbenlos en el mar cuando se aparezcan”, dijo. El senador estadounidense Patrick O’Leary ha contado que en un encuentro en el Palacio de la Revolución de La Habana, Castro II le confirmó que él había dado la orden de derribar los dos aviones civiles.

A pesar de la confesión, el senador demócrata consideró que con el autócrata caribeño se podía negociar un nuevo trato en las relaciones diplomáticas. El derribo de las avionetas por parte del régimen cubano fue un intento de dar un golpe de autoridad sobre la mesa.

Pongamos el suceso en contexto. Con la caída del Muro de Berlín y el desaparición del comunismo soviético, el socialismo de corte marxista en la Isla entró en una etapa de indigencia. El PIB cayó un 35%, se descapitalizaron las industrias, regresó el arado manual y los bueyes a la agricultura, apagones de doce horas diarias y el hambre comenzaron asolar a la población.

Enfermedades provocadas por la desnutrición como la neuritis óptica y por la falta de productos de aseo, la sarna y los piojos se multiplicaron entre los cubanos de a pie que hacían una comida al día y apenas consumían carne o pescado.

La gente huía de Cuba como fuese. Secuestraban aviones, lanchas o remolcadores. Y se lanzaban a cruzar el peligroso Estrecho de la Florida en cualquier cosa que flotara. El 5 de agosto de 1994 miles de habaneros se tiraron a la calle gritando libertad y abajo la dictadura. La disidencia interna se fortalecía, igual que el periodismo sin mordaza.

Cuando comencé a escribir en la agencia Cubapress, en diciembre de 1995, sólo en La Habana funcionaban tres agencias de prensa independiente. El manager político de una camada de jóvenes intelectuales con inquietudes democráticas fue un brillante abogado, erudito y de hablar pausado que residía un apartamento de puntal alto en la calle San Mariano, casi esquina Heredia, en la barriada de La Víbora.

Se llamaba Jorge Bacallao Pérez. Falleció en 2001. Había coincidido con Fidel Castro cuando estudiaron Derecho en la Universidad de La Habana. Desde el mismo 1 de enero de 1959 fue un opositor silencioso y un valioso asesor. En casa de Bacallao conocí a los abogados disidentes René Gómez Manzano, Pedro Pablo Álvarez y Leonel Morejón Almagro, un joven jurista que pocos meses después de la crisis de los balseros en el verano de 1994, comenzó a gestionar un proyecto independiente de corte ecologista llamado Naturpaz.

Almagro fraguó la idea de un evento que aglutinara a la oposición pacífica en la Isla. Lo bautizó como Concilio Cubano. Precisamente el 24 de febrero de 1996, debió realizarse ese encuentro. Pero nunca llegó a ocurrir. La policía política detuvo a la mayoría de los participantes. Concilio fue una iniciativa que pretendía buscar consenso entre la disidencia local. Generó entusiasmo en curtidos opositores como Gustavo Arco Bergnes, Elizardo Sánchez Santacruz y Jesús Yánez Pelletier. También tuvo el apoyo de disidentes como Martha Beatriz Roque Cabello, Félix Bonne Carcassés, Vladimiro Roca Antúnez, Oscar Elías Biscet y Oswaldo Payá Sardiñas.

Hermanos al Rescate, un escuadrón de aviadores y organización humanitaria fundada en 1991 por José Basulto con la intención de rescatar en altamar a los balseros que trataban de emigrar de Cuba, salvándole la vida de decenas de balseros en el Estrello de la Florida. También apoyaban a la disidencia a liberarse de la dictadura a través del uso de la no violencia. Hermanos al Rescate siempre fue una prioridad para los servicios de inteligencia en Cuba, que lograron infiltrar en sus filas al menos a dos agentes, Gerardo Hernández y Juan Pablo Roque.

El paciente trabajo de Morejón Almagro en Concilio Cubano logró algunos éxitos. El primero, fue el consenso de una mayoría opositora. El segundo, apoyo internacional más allá del exilio en Miami. Días antes del 24 de febrero, Begoña Rodríguez, quien pertenecía a un partido político español, llegó a La Habana para participar en el evento que organizaría Concilio Cubano.

El viernes 23 de febrero, oficiales de la Seguridad del Estado detuvieron a Begoña. Cuenta mi madre Tania Quintero, quien durante dos décadas había sido periodista estatal y en ese momento pertenecía a la agencia de prensa independiente Cuba Press, fundada en septiembre de 1995 por el poeta y periodista Raúl Rivero, que al día siguiente, al pasar a recoger a Begoña para asistir al encuentro, que a falta de local Leonel Morejón iba a celebrarlo en el Parque Almendares, supo de su detención.

“A la mayoría de los disidentes y periodistas independientes nos habían cortado el teléfono y por eso desde la casa de una vecina llamé a la Embajada de España y al funcionario de guardia le informé de la detención de Begoña. Media hora después, por ese mismo número de la vecina, el consejero político de la embajada me localizó para darme la noticia de que fuerzas aéreas cubanas habían derribados dos avionetas de Hermanos al Rescate, que la situación era complicada y no se sabía que podía pasar”, rememora Quintero.

Tras el derribo de las avionetas llegó la repulsa internacional. Tanto Washington como la Unión Europea impusieron sanciones a Cuba. Bill Clinton firmó la Ley Helms-Burton. Aunque mantuvo inactivo el capítulo III. Con esa acción desproporcionada, el régimen castrista intentó enviar un mensaje intimidatorio a la oposición y a un amplio segmento de cubanos molestos por las penurias y falta de futuro.

Recuerdo que era comidilla en los barrios limítrofes a la costa norte de La Habana las proclamas que lanzaban los aviones de Hermanos al Rescate. En algún momento del otoño de 1995, un amigo que residía en la populosa barriada de Cayo Hueso, guardaba como si fuesen trofeos, varios carteles con consignas contra la dictadura que cayeron en la azotea de su edificio.

El derribo de las dos avionetas fue un intento de acallar por la fuerza el descontento ciudadano. Un crimen de Estado.

Iván García
Fotomontaje tomado de Diario Las Américas.

lunes, 8 de abril de 2024

La Habana en que vivió Cabrera Infante

No conozco, de tantos libros que hablan sobre la capital cubana de los años 40 y 50, uno como La Habana para un Infante Difunto, de Guillermo Cabrera Infante, premio Cervantes 1997, nacido en Gibara en 1929 y fallecido en Londres el 21 de febrero de 2005.

La Habana para un Infante Difunto comienza con el autor relatando las primeras impresiones del primer sitio en que residió en la capital, una habitación con balcón de una cuartería (falansterio, él la definió) donde el baño era colectivo, en la calle Zulueta 408, en La Habana Vieja.

Refería que en la puerta principal del inmueble un rótulo decía: “Se alquilan habitaciones, algunas con días gratis. Apúrense mientras quedan”. Un amigo, con quien estudiaba el Bachillerato, bautizó al lugar como “la Casa de las Transfiguraciones”.

Describía Cabrera Infante la fascinación que sintió al subir por vez primera la amplia escalera de mármol, el largo corredor del piso alto, las habitaciones con puertas abiertas, y cortinas de tela para lograr cierta privacidad, además de la impresión que le causó ver el chispear de los cables de los tranvías. Señala la fecha, 25 de julio de 1941, como el comienzo de su adolescencia.

Siendo un muchacho pueblerino, cuenta con detalles otras emociones que sintió al ver el chispear de los cables de los tranvías; el letrero con luces de neón en color rojo y azul de la Droguería Sarrá, en la esquina del domicilio; el ambiente nocturno y la profusión de otras luces que había por los alrededores del Prado y el Parque Central, el lumínico de la bañista con la trusa Janzen.

Recuerda a un viejo amigo comunista de su padre, Eloy Santos, “El Guagüero”, que era cobrador del pasaje en el ómnibus. De paso, Cabrera Infante nos proporciona una posible etimología de la palabra guagua. Según el escritor, fue Eloy Santos quien lo llevó al primer cine de la ciudad, el San Francisco, en Lawton, y unos años después, lo inició en la vida sexual al conseguirle una prostituta.

Por la habitación de Zulueta 408 pasaron otras personas de filiación comunista como Carlos Franqui, quien al igual que el padre de Cabrera Infante, trabajaba en el periódico Hoy, del Partido Socialista Popular, además de personas de su pueblo natal y amistades de la familia. El segundo lugar en el cual vivió Cabrera Infante con su familia fue en Monte 822, que describe como “un pasaje con accesorias”. Su habitación se hallaba en el primer piso, al cual se ascendía por una escalera de caracol. Esta vivienda se hallaba muy cerca la Plaza de los Cuatro Caminos y al lado del cine Esmeralda.

Allí mismo después lograron cambiar a un cuarto más espacioso, aunque con baño y cocina colectiva, donde tuvo algunas aventuras amorosas. Da una amplia descripción del ambiente y los vecinos del lugar, y sobre todo de las mujeres con las cuales tuvo algunas relaciones eróticas, al igual que hace respecto a lo que pasó cuando regresó con su familia por segunda vez a Zulueta 408, después de la segunda mudanza.

Tiempo después, al mejorar su situación económica, Cabrera Infante pasó a residir en un buen apartamento en la esquina de G (Avenida de los Presidentes) y 27, en El Vedado. El apartamento contaba con un balcón posterior desde veía el Hotel Palace, donde residían unas jóvenes que fueron sus amigas y amantes.

En el libro, Cabrera Infante se refiere ampliamente a los cines a los cuales concurría. Es bueno resaltar que su posterior labor como crítico de cine, guarda una estrecha relación con esta etapa de su vida. Cabrera Infante, que iba al cine no solo por su afición a las películas, sino también por asuntos de amor, cuenta además de sus visitas a las distintas posadas habaneras de esos tiempos.

El cuadro que presenta en toda su minuciosa narración es formidable. Ayuda a entender y volver a ver cómo se desarrollaba la vida en la capital cubana y a comprender mejor esa época. De todos los sitios de los que habla Cabrera Infante en La Habana para un Infante Difunto, no queda casi ninguno. De las casas solamente está en pie el edificio de G y 27, las otras se derrumbaron o fueron demolidas. Los cines desaparecieron o son locales con otras funciones, y las posadas están convertidas en viviendas de tránsito para personas sin hogar.

La Habana para un infante difunto y Tres tristes tigres, con el excelente retrato que hacen de la ciudad en que nací y que tanto ha cambiado para mal, me traen recuerdos conmovedores. Son una guía para ver o imaginar lugares que hoy, en su mayoría, ya no existen.

Jorge Luis González
Cubanet, 21 de febrero de 2024.
Foto: Estado en que se encuentra el inmueble donde el escritor vivió, en Monte 822, muy cerca del antiguo Mercado de Cuatro Caminos, en el centro de La Habana. Realizada por el autor y tomada de CubaNet.

lunes, 1 de abril de 2024

Gabriel Calaforra, cubano sabio y universal

Me enteré de su partida por el obituario que Diario de Cuba publicó el domingo 3 de marzo: "Muere en La Habana el abogado, políglota y exdiplomático cubano Gabriel Calaforra", y que a continuación pueden leer:

El abogado y políglota cubano Gabriel Calaforra Domínguez murió el 3 de marzo en su casa en La Habana a los 90 años, informaron en red sociales artistas cercanos al intelectual. Nacido en Camagüey en 1933, se graduó en Derecho Internacional en la Universidad de La Habana e ingresó al Servicio Diplomático cubano. De 1960 a 1965 fue encargado de Negocios de Cuba en Copenhague, Dinamarca. Trabajó en la Organización de Solidaridad de los Pueblos de Asia, África y América Latina (OSPAAL). Durante esa época conoció al periodista independiente Yndamiro Restano y empezó a militar en Armonía, un movimiento de estudio de la socialdemocracia europea que aspiraba a activar la iniciativa civil.

El 26 de diciembre de 1992 recibió la visita en su casa de tres agentes de la Seguridad del Estado, que durante un minucioso registro encontraron un boletín del movimiento donde aparecía un artículo que comparaba a Fidel Castro con Hitler. Con el objetivo de interrogarlo, fue trasladado a Villa Marista, donde permaneció 37 días, contó Calaforra a Verónica de la Vega en una entrevista publicada en 2015 en Diario de Cuba.

"En casi 30 años en los que el profe abrió las puertas de su casa a tertulianos de diversa procedencia (en el Morning Monday Club), se transmitió más conocimiento que en cualquiera de las instituciones de Educación Superior cubana", escribió Abel González Fernández en su cuenta de Instagram al despedir al autor de Misión en Dinamarca.

"A Gabriel lo escuché hablar 13 idiomas distintos, aprendidos en las oficinas diplomáticas de Dinamarca o Japón, en el interior de un barco francés dedicado al comercio internacional, o en la frialdad de alguna biblioteca municipal. Su generosa existencia, anclada en una biblioteca babeliana [sic], un club de té exóticos, el ejercicio impecable de la traducción cosmopolita y una vocación inmensa para escuchar y para propiciar el debate será recordada por los artistas, intelectuales, disidentes, practicantes del budismo zen, karatekas, aprendices de sánscrito, periodistas, diplomáticos, vecinos (un ágora genuinamente democrática) que frecuentamos su casa. Le debo mi vocación curatorial y mi visión afectiva del patrimonio de Calaforra. Descansa en paz amigo del alma", concluyó González Fernández.

Para el artista Yornel Martínez, egresado del Instituto Superior de Arte (ISA), "una publicación en Facebook no es un epitafio digno para despedirse de un amigo. Luz en tu viaje, querido Gabriel Calaforra. No es suficiente decir que fuiste diplomático, políglota y un estudioso de la cultura asiática. Fuiste también el maestro generoso al que acudíamos en busca de algún libro, de una conversación o un buen consejo. Los lunes, tu casa fue un oasis para gente inquieta, artistas, escritores, amigos… Tu grandeza ética e intelectual nos influyó a muchos. Me preciaré, siempre, de haberte conocido, al menos un rato en este samsara".

El artista exiliado Hamlet Lavastida escribió en Facebook: "Adiós amigo, siempre abriste tus puertas a la libertad, la cultura y la educación. Un gran abrazo siempre, Gabriel Calaforra, la calle Lealtad siempre será ese refugio para los que soñamos una Cuba libre de toda esa legendaria opresión, esa obsesión del poder político por ensuciarlo todo".

La editorial Gente Nueva le publicó Mongolia (1980), India (1985) y Marco Polo (2010). Del libro El mundo de los vikingos (2014) se puede leer una reseña en EcuRed.

"Con su hablar pausado y ademanes que evocan los caballeros de un pasado desterrado en Cuba", en agosto de 2015, Calaforra contestó a Verónica Vega cuando le preguntó si se sentía preparado para el momento de la muerte: "No he preparado nada porque hay un proverbio chino que dice: 'La caja de muerto no tiene gaveta', así que no hay nada que me pueda llevar. No sé qué me voy a encontrar del lado de allá, pero creo que tengo buenas conexiones y adonde caiga, ya sea Mahoma, o Buda, o Cristo… me tire un cabo. Y si me toca ir al infierno no será por mucho tiempo".

Al ser consultado acerca de la juventud cubana y el compromiso con el futuro de su país, dijo: "Los jóvenes que vienen aquí, a mi casa, sí. Pero comprometidos con el país, aclaro, porque uno de los errores de este Gobierno ha sido confundir la identidad de la nación con un sistema político. La patria es la patria, sea cual sea el Gobierno. Pienso que Cuba está ahora mismo como quien tiene un cáncer terminal. La operación será difícil, la recuperación dolorosa, pero hay que operar. Alguien dijo una vez que somos un pueblo culto, lo cual no es exacto. Sí se ha dado instrucción, y eso es una base. Yo confío en el cubano, creo que cuando estén creadas las condiciones, sabrá triunfar".

En el Taniapress que el 20 de agosto de 2015 envié a una veintena de amigos, sugerí la lectura de "Vivimos en un caos controlado", título de la entrevista que Verónica Vega le hiciera a Gabriel Calaforra. Y añadí: "Es el padre de Jorge Calaforra, el que empezó con Antonio Rodiles en Estado de Sats, cuya sede entonces era en su casa de Centro Habana, eso fue en 2010, cuando mi hijo Iván García conoció a Jorge y a Rodiles".

Correo que el 8 de agosto de 2011 le mandé a los periodistas independientes Iván García, Luis Cino y Laritza Diversent. En Asunto decía Estado de Sats no es disidencia ni 'light', y era una respuesta de Jorge Calaforra a unas declaraciones de Martha Beatriz Roque Cabello:

Me llamo Jorge Calaforra y junto con Antonio G. Rodiles, dirigimos este proyecto. Y soy tan responsable como él de lo que estamos haciendo. Mi familia nunca ha pertenecido al Partido Comunista, ni tenemos ninguna relación con el actual gobierno. Sin embargo, pienso que Cuba no tendrá un futuro próspero si no se les incluye en un diálogo nacional.

Mi padre, profesor, Gabriel Calaforra, conoce como 10 idiomas, es especialista en Asia, nunca obtuvo nada del gobierno cubano, aparte de su salario. Soy de Centro Habana, y recorro La Habana, generalmente a pie o en almendrones. Muchos han visto la casa de mi padre, abierta cada lunes desde 1996 a todo el que quiera venir a conversar y a aprender, y saben que no hay nada de lujos.

Niego rotundamente las acusaciones de Marta Beatriz Roque, de que este proyecto se realiza para continuar el poder de nadie, niego rotundamente que seamos disidentes, ni que hayamos sido fabricados por las mentes del gobierno cubano o de la Seguridad del Estado y niego rotundamente que Antonio y yo tengamos algún privilegio o ganancia del actual gobierno.

Pienso que los problemas de Cuba son muy graves, y se deben tanto al gobierno cubano, como a las élites batistianas, como a la política norteamericana, creada generaciones atrás (lo que no quiere decir que todos tengan el mismo grado de culpa). Las generaciones nuestras han heredado un conflicto creado por los mismos actores que mantienen el poder a ambos lados del Mar Caribe. Conflicto que ninguno de ellos está interesado en solucionar, y que que está destruyendo a la nación cubana.

Los cubanos viajan de Miami a La Habana, y nadie se molesta ni se repugna en recibirlos, muchos jóvenes cubanos lo que quieren es irse a Miami, o a donde sea, pero fuera de Cuba. Necesitamos un diálogo para resolver los problemas del país, y los jóvenes quieran vivir y desarrollarse en Cuba. Y eso es lo que estamos tratando de hacer. Darle voz a los jóvenes para que trabajen para su futuro, y que no esperen que ningún Dios, ni del Partido, ni norteamericano, les planifique su futuro y decida por ellos.

No sé por qué la Seguridad del Estado no bloquea el lugar. Deben tener una oficina de atención al público, allí podrá preguntarles directamente a ellos. Usted puede estar convencida de que el método más eficiente que usa la Seguridad del Estado, no es precisamente el de dar golpes. Tengo muchas otras dudas sobre su texto, y estoy en claro desacuerdo con algunos de sus planteamientos y métodos, pero este ataque infundado a Estado de SATS beneficia, conciente esté usted de eso o no, a terceras personas; y de continuarlo sobre la base de descalificaciones, solo les aumentaría ese beneficio.

Si usted estuviera en desacuerdo con lo que se plantea en los videos, o en nuestros artículos, o quisiera aportar ideas para resolver los problemas del país, entonces la invitamos a participar en SATS. Le saluda atentamente, Jorge Calaforra.

Sobre el fallecimiento del camagüeyano sabio y cubano universal que fue Gabriel Calaforra Domínguez (1933-2024), salieron notas en CubaNet y CiberCuba.

Tania Quintero

lunes, 25 de marzo de 2024

De lo que cuenta Carlos Lehder en su libro


A continuación, un fragmento del artículo Los Castro en Cuba, publicado por la revista colombiana Semana.

Los ríos de dinero y poder que acumularon los capos colombianos en los años ochenta no habrían sido posibles sin la complicidad de Gobiernos de la región. Carlos Lehder no fue la excepción, incluso fue pionero en aliarse con el Gobierno de Bahamas, donde se convirtió en el dueño y señor del negocio criminal. Lo mismo ocurrió con otros narcos en Cuba, con la dictadura de Fidel Castro; en Panamá, con complicidad del general Manuel Antonio Noriega, y en Nicaragua, con el vigente presidente Daniel Ortega.

Lehder fue testigo de cómo estos Gobiernos se sentaron en la mesa con narcotraficantes y recibieron millones de dólares que producía la cocaína. Lehder era un adelantado entre los llamados “extraditables”, educado, bilingüe, conocía el mundo y rápidamente se dio cuenta de que el camino para llevar coca a Estados Unidos era la diplomacia de la droga, puso sus ojos en la recién independizada isla de Bahamas (...)

Regresó a Colombia con sus socios los extraditables y vio cómo, al igual que él, los tentáculos del narcotráfico habían cooptado otros Gobiernos, como el de Fidel Castro, en Cuba. En el caso de la isla, se asociaron con Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, el Mexicano. La punta de lanza fue el educado y diplomático Lehder, quien ya tenía las puertas abiertas.

Según narra en su libro, “la dictadura castrista, por intermedio de la Cipac, la agencia de inteligencia y operaciones especiales de La Habana, se había valido de una doctora cubanoamericana, pariente de una antigua compañera mía, para enviarme una invitación formal a visitar la isla, con todos los gastos pagos por el Gobierno”.

En su primera visita de “negocios” lo recibió “un grupo de oficiales vestidos de civil, y en una sala de espera conocimos a los jefes de esta misión, liderados por el coronel Antonio de la Guardia, jefe de la Corporación de Importadores y Exportadores de Cuba (Cimex), agencia de ‘operaciones especiales’ de la dictadura castrista”. Creían que la visita era para comprar langosta, ron y cigarrillos, pero él fue claro en que necesitaban la isla como trampolín para el contrabando de droga.

La respuesta abrió la puerta de un inmenso negocio con la isla gobernada por los Castro. “Por ahora, solamente le puedo confirmar que necesitamos todos los dólares que podamos conseguir”, dijo el coronel Antonio de la Guardia. Le autorizaron en un primer momento usar “Cayo Largo, una isla de veinte kilómetros de extensión, con una buena pista de aterrizaje, ubicada a cuarenta kilómetros del puerto de Cienfuegos”.

El asunto era de dólares, así que el negocio se puso sobre la mesa. “En la fase uno, Cimex necesitaba recibir cinco millones de dólares en efectivo para cubrir los gastos del Gobierno en esa isla (…) Usted tendrá las habitaciones que requiera en el segundo piso del hotel para residir allí con sus trabajadores; además, abriremos la cocina. No sabemos cuánta cocaína usted traerá a la isla, pero mientras más sea, mucho mejor; solo tendríamos que negociar el precio por kilo aterrizado”.

Pero Lehder apuntaba a la cúpula, a relacionarse con los Castro, y pidió que le presentaran a Raúl Castro. El encuentro se dio bajo reglas que De la Guardia describió así: “Escúcheme bien: el protocolo obliga a respetar estrictamente el tiempo. Son cuatro minutos máximo para saludo de mano, frase de cortesía y despedida. Usted no mencionará su nombre propio”.

Lo requisaron, le quitaron el pasaporte, lo llevaron a una sala donde, luego del anuncio de un estafeta, “apareció entonces un hombre de gafas que, mirándome astuta y fijamente, me dijo: –Mucho gusto, bienvenido a Cuba libre –me saludó, y me extendió su fría mano con el gesto glacial del potentado que saluda a un lustrabotas”.

Las cortas palabras del menor de los hermanos Castro, que nada tenían que ver con el negocio, cerraron el acuerdo. “Aquí en Cuba hemos logrado muchísimos avances en educación, medicina y agricultura. Nuestro comercio está creciendo, a pesar del bloqueo yanqui; la Revolución cubana es invencible. Disfrute su estadía. Puede retirarse”, se lee en las memorias del exnarco.

Pablo Escobar delegó a Gustavo Gaviria para el negocio, así que, según dice el libro, “Gustavo, el Mexicano y yo éramos los socios que estábamos metidos en el primer cargamento de cocaína enviado a Cayo Largo. Nuestra responsabilidad era hacerlo llegar a la isla”.

Vinieron muchos cargamentos, el manejo del tráfico desde Cuba lo llevaba Gustavo Gaviria; el coronel De la Guardia era el encargado de llevarlo a Bahamas, donde Lehder aún tenía contactos oficiales con el Gobierno –que seguía siendo cómplice con la condición que no viviera en la isla–; desde ahí la coca se convertía en dólares en Estados Unidos, todo con la venia del régimen de Fidel Castro.

lunes, 18 de marzo de 2024

La burocracia castrista y el Manual del Perfecto Sinvergüenza

En el año 1922, un periodista cubano, José M. Muzaurieta, escribió un pequeño libro satírico titulado Manual del Perfecto Sinvergüenza. En un preámbulo que llamó “Ejercicios Espirituales”, el autor recomendaba formas de comportarse a quien deseara obtener resultados en la carrera política.

Muzaurieta fue un profeta en su tierra. Muchos de esos consejos, que parecen seguir puntualmente los dirigentes del castrismo, muestran su vigencia. Veamos algunos.

“Ámese a sí mismo sobre todas las cosas”. Esta idea es aplicada en su totalidad por los dirigentes cubanos, quienes siempre se exhiben en poses arrogantes.

“Nunca diga lo que sienta, ni sienta lo que diga”. Frase cumplida al pie de la letra, porque dicen cosas que después casi nunca se cumplen o las tergiversan.

“La osadía, esa debe ser su característica principal”. Nada mejor para ilustrar la posición de Fidel Castro durante su lucha por tomar el poder y mantenerse en el mismo hasta su muerte. Hasta hoy, esa recomendación es practicada por sus sucesores, que son capaces de todo con tal de mantenerse aferrados al poder.

“Ninguna idea es buena si no es la suya”. O sea, de Fidel Castro y sus continuadores.

“Cualquier procedimiento es bueno para triunfar”. Fue aplicada por Fidel desde el ataque al cuartel Moncada de Santiago de Cuba, el 26 de julio de 1953.

“No combata a las llamadas tiranías, póngase al lado de los tiranos y explote a los demás, nunca nade contra la corriente”. El régimen castrista la aplica desde 1959 para apoyar a todas las tiranías de izquierda.

“Viva la vida de 24 en 24 horas, recuerde que uno de estos días usted debe de morirse”. Si hay una frase muy cierta en este manual es esta, que aplica al dedillo la alta jerarquía para ellos y sus familias, que viven como reyes.

“Huya de aceptar nada como definitivo. Usted debe ser siempre una esperanza”. Expresión usada a diario para ilusionar a sus partidarios y mantener en ellos la idea de que si se esfuerzan y se sacrifican tendrán más, independientemente de los problemas que surjan por el camino.

“Mire por encima del hombro, dese importancia”. Solo hay que ver la postura que adoptan en público los actuales dirigentes en la isla.

“Las leyes no se han hecho para que usted las cumpla, sino para que se burle de ellas”. ¡Qué verdad tan grande! En Cuba, la legalidad socialista se ajusta a lo que piensen, crean y digan los gobernantes, por lo cual cambian las leyes según su conveniencia.

“No se acueste sin haber hecho algo en beneficio propio”. Cada día que pasa se inventan una historia que les permita seguir en el poder de manera indefinida.

“La constancia encadena la suerte, siempre vence el que sabe vivir”. Por eso, viajan a mucho a otros países, para relacionarse con otros iguales a ellos.

“Procure engordar, los gruesos siempre tienen cara de buenas personas”. No hay uno de los actuales mandamases que no tenga barriga y doble ancho.

“Piense que el poder está a la misma distancia que usted de él”. La lucha por posiciones en el poder aquí se encuentra a la orden del día. Entre los dirigentes se espían y se ponen zancadillas. Las purgas y defenestraciones son constantes.

“Aspire siempre, cuando menos usted se lo piense engrampa”. Este mensaje es continuidad del anterior, pero visto por el que se halla abajo.

“Mire siempre hacia adelante, el pasado no es suyo”. Lo han hecho a partir de enero de 1959.

“Usted puede conocer prontamente a sus semejantes si los juzga por usted”. Por eso, critican a los gobiernos de otros países, sin reparar en las barbaridades que hacen ellos.

“Usted no está obligado a cumplir los pactos y compromisos que no le favorezcan”. Esta recomendación la han cumplido a cabalidad en estos 65 años, durante los cuales han ido modificando su posición de acuerdo a sus intereses y según los cambios en el mundo.

“Legal es todo aquello que le reporte algún beneficio”. Nada es más verídico que esto, y se ajusta a todas las transformaciones ideológicas del fidelismo.

Muzaurieta, al advertir que “estos ejercicios no excluyen otros que dimanen de su natural impudor que le sea a usted característico”, dejaba así la puerta abierta para seguir añadiendo trapacerías y canalladas. De hacer esto los dirigentes del castrismo, pudieran formar una enciclopedia de veinte tomos, por lo menos.

Jorge Luis González
Cubanet, 20 de enero de 2024.

lunes, 11 de marzo de 2024

Cubadebate busca trabajadores

Atención todo el mundo, paren ahora mismo lo que están haciendo. El medio Cubadebate, hermano millennial del diario Granma, busca trabajadores para su plantilla. Si eres «un periodista apasionado y talentoso» o un «gestor de redes habilidoso», esta puede ser la oportunidad que esperabas. Tu gran momento, tu salto al estrellato.

La convocatoria dice que buscan personas altamente motivadas y comprometidas con la actualidad nacional e internacional y que posean «un enfoque creativo para contar historias». Sólo necesitarían presentar su currículum vitae y un dossier —en el caso de los periodistas— con cinco de sus mejores trabajos publicados. Siempre antes del 1 de febrero. Porque Cubadebate no puede pasarse el año recibiendo postulaciones. Imagínense, con la cantidad de gente que sueña trabajar ahí, si no ponen una fecha límite para analizar candidatos, tendrían que crear una plaza exclusivamente para esa función.

El salario será, nada más y nada menos, de cinco mil 60 pesos cubanos al mes, es decir, unos 18 dólares y 40 centavos, de acuerdo con la tasa de cambio que publica el medio independiente El Toque. Toda una pequeña fortuna con la cual podrías comprarte dos kilogramos de leche en polvo y algunas libras de azúcar. O diez libras de carne de cerdo. O una caja de pollo de 15 kilogramos, a la mitad con otro trabajador. O un poquito de esto y un poquito de aquello para comer como un príncipe por dos días o como un mendigo por una semana. Lo que comas el resto del mes no es asunto de Cubadebate.

Y olvídate de comprar productos de higiene. En serio, ¿qué tan necesario es lavarse la cabeza con champú? Mucho menos pienses en ropa y zapatos. Y si tienes hijos, o un par de viejos que sustentar, no sé. Haz magia. Siembra las morrocotas de Martí en una maceta, en tu pedacito, a ver si crece una mata de dinero, o inventa un estanque para criar tilapias o clarias o mosquitos en el patio de tu casa. Y si no tienes patio, en una palangana en el baño.

Pero hay algo que no te cuenta Cubadebate y te voy a contar yo, que hice prácticas estudiantiles -lo que se llama internship en Estados Unidos y pasantía en España- en buena parte de la prensa estatal durante los cinco años de mi carrera de periodismo en la Universidad de La Habana, desde 2007 hasta 2012. Además, luego cumplí la mitad de mi servicio social en la revista Bohemia, aunque primero pasé un mes y medio —sí, mes y medio— por Granma.

Lo que quiero contarte es lo siguiente: todo ese asunto de lo talentoso, el enfoque creativo y la vocación periodística, es mentira. Mientras más pronto se sepa esto, mejor. Digo más: en la reunión de bienvenida, si te contratan, los directivos van a decir que quieren cambios e iniciativas, ideas frescas, propuestas, historias de vida. Gente que asuma retos y también críticas, ¿por qué no? No hay que tenerle miedo a la crítica. Que ahora sí la prensa estatal va a ser lo que nunca ha sido, porque están las circunstancias idóneas, y la máxima dirección del país ha expresado su disposición a combatir el secretismo y apoyar a los periodistas. Lo otro, muy importante, es que la mejor forma de salirle al paso al enemigo y su despiadada guerra mediática contra Cuba es dando nosotros mismos el «palo periodístico».

Si eres una persona tan crédula, optimista e ingenua como fui yo en 2012, con 24 años, vas a pensar que, quizá, quién sabe, es posible cambiar las cosas desde adentro. Quizá hay que darle un voto de confianza al sistema de prensa estatal partidista. Quizá una puede lograr lo que no ha logrado ninguna de las generaciones de periodistas anteriores que han desfilado por los medios estatales: producir un periodismo riguroso de manera consistente. No me refiero a un reportaje aislado para presentar al Concurso Nacional de Periodismo 26 de julio porque habla de un problema social sensible, utiliza tres o cuatro técnicas narrativas y juega con la cadena, pero jamás con el mono, sino a una obra periodística que pueda ser considerada como tal en cualquier país del mundo.

A mi favor debo decir que en 2012 no había el mismo acceso a Intenet que existe en Cuba en 2024, y Facebook no se usaba para otra cosa que no fuera, por lo general, para encontrar un novio extranjero dispuesto a viajar a la isla a conocerte, comunicarte con tu novio cubano que se había ido al extranjero y prometió sacarte de la isla, o mantener la llama viva con el novio extranjero que encontraste en Cuba. Había gente que le daba otros usos, y gente que buscaba novias, pero hablo de mi entorno en ese entonces y, por supuesto, de mí. El punto es que por aquella época era más o menos normal que yo me entusiasmara con la palabra iniciativa. Siempre hubo gente con luz larga, adelantada, que supo renunciar muy pronto. No fue mi caso.

Yo empecé a sospechar poco a poco. Las prácticas estudiantiles me ayudaron a conocer la censura más allá de los testimonios de colegas y las lecturas de las investigaciones que se realizaban en la Facultad de Comunicación, pero no fue hasta que comencé a trabajar como periodista a tiempo completo que me convencí de la imposibilidad de cambiar algo. Que el sistema de prensa estatal partidista era, sencillamente, incompatible con el periodismo.

La primera evidencia la recibí el primer día de trabajo, 3 de septiembre de 2012, cuando me presenté en el periódico Granma para iniciar mi servicio social y el entonces director, Lázaro Barredo, ya fallecido, nos dio la bienvenida a los recién graduados con el discurso de la iniciativa. Un discurso bonito, bonito de verdad. Una escuchaba a Barredo hablar y no podía entender cómo era posible que el principal valor de uso del diario Granma en Cuba fuera sustituir al papel higiénico en los baños de viviendas, escuelas o centros laborales.

Sin embargo, si mirabas las caras de los periodistas que se habían graduado el año anterior, que también estaban presentes en la reunión, te dabas cuenta de que algo no encajaba. Ninguno dijo nada cuando Barredo concluyó su intervención de bienvenida motivadora y se apuraron sin más a regresar a sus puestos y rutinas. Solo una muchacha, en un acto inaudito de solidaridad, se acercó sin conocerme y me dijo bajito al oído que, en realidad, a Barredo lo que le gustaban eran las croquetas cubanas: mucha harina con poco contenido, y que si yo escribía un texto bueno, lo mandara mejor a otro medio más flexible, porque si Barredo lo recibía y lo censuraba, quedaba «quemado» y había que enterrar el texto para siempre.

Al mes y medio me trasladé para la revista Bohemia, donde la situación no era distinta, pero al menos tenía horario abierto y me sobraba tiempo para hacer otras cosas que me ayudaban a compensar mis frustraciones profesionales. Y ahí ocurriría mi ruptura con la idea inocente de que era posible cambiar las cosas desde adentro. No fue con una historia que me impidieron reportar. No fue con un texto que machetearon en una edición con criterios ideológicos. No fue con las reuniones en el Ministerio de Relaciones Exteriores donde los funcionarios explicaban a los periodistas de redacciones internacionales -como yo- la política oficial del país hacia otras naciones o conflictos, para que nosotros pudiéramos funcionar como voceros suyos, como diplomáticos, y reprodujéramos esa línea oficial en nuestros trabajos. No fue ni siquiera con las «Orientaciones a la prensa del Comité Central del Partido Comunista de Cuba», que se imprimían en rotativas de cinta y se pegaban en las redacciones para que las viéramos siempre.

Mi ruptura ocurrió en las reuniones de periodistas en las que se hablaba, una y otra vez, de los problemas del gremio en el país y de los problemas del país. Hubo una, idéntica a todas, en la que no pasó nada y pasó todo, precisamente porque no pasó nada. Lo que sí pasó es que yo de repente miré a mis colegas mayores de 50 y 60 años, diciendo lo mismo que yo había leído que decían al menos desde los años ochenta, en grandes congresos del «ahora sí», y me espanté. Me espanté cuando me di cuenta de que esa podía ser yo en 20 o 30 años. En ese momento entré en crisis, me fui a un centro de investigaciones, lejos de los medios estatales, y en 2015 me volví periodista independiente.

Si algo no negaría es que los medios estatales han sido grandes canteras del periodismo independiente. Eso hay que concedérselos. Han sido espacios excelentes para aprender todo lo que el periodismo no es. Pueden ser igual de útiles que los malos amores, que llegan nada más que para enseñarte qué es lo que no quieres para tu vida, si sabes retirarte a tiempo. Entonces, tal vez, no sea tan mala idea postularse, incluso con vocación periodística. Y si no la tienes, mucho mejor. Más sano. Cubadebate será, sin mayor dramatismo, un trabajo igual de mal pagado que cualquier otro trabajo estatal con conexión a Internet.

Mónica Baró
Texto y foto: El Estornudo, 26 de enero de 2024.

lunes, 4 de marzo de 2024

Cuba: el presente da miedo, el futuro asusta


Después que el destartalado camión volcara los desechos en el vertedero de la Calle 100, Marianao, municipio al suroeste de La Habana, cuatro hombres y dos mujeres comienzan a hurgar entre la inmundicia en busca de comida o cualquier cosa que sirva para reciclar. De lejos parecen figuras fantasmagóricas que se desplazan en silencio rodeados por una montaña de basura.

Justiz, uno de los que allí suele recoger desechos, tiene el rostro hinchado, los brazos extremadamente delgados, el pelo grasiento y ensortijado y la piel amarillenta inconfundible de los alcohólicos. Necesita con urgencia un baño con agua y jabón. Viste una mugrienta camisa de mangas largas y tenis deportivos sucios y remendados. Cuando habla, se siente el aliento del ron peleón, una combinación de alcohol casero filtrado con carbón industrial: el trago habitual de los más pobres entre los pobres en Cuba.

En su opinión, hurgar en la basura puede ser un buen negocio. “Quizás no se sepa, pero la basura es tremendo negocio en el capitalismo, donde hay gente que se hace millonaria”, dice Justiz, mientras registra un nailon negro de vísceras de cerdo del cual salía un hedor espantoso.

Y cuenta que hace cinco años, en el vertedero de la Calle 100 botaban trozos de lomos de cerdo y pollos enteros que estaban descompuestos. "Lo lavabas bien con agua y sal, le quitabas el mal olor y listo para cocinar. También encontrabas equipos electrónicos que aún funcionaban y se le sacaba mucho dinero. Ahora apenas encuentras basura útil para tantos 'buzos' (los que hurgan en contenedores de basura). Conozco a profesionales que la jubilación no les alcanza y registran latones de basura, sobre todo en Nuevo Vedado y Miramar. En esos lugares, el fin de año botaron sobras de cerdo y pavo y restos de turrones. Lo que hay que tener es paciencia. Y suerte, claro".

Habaneros como Justiz no siempre comen caliente una vez al día. Residen en covachas improvisadas en las afueras de la capital y en ocasiones son alcohólicos, drogadictos, padecen disturbios mentales o proceden de familias desestructuradas. Dayana tuvo una infancia feliz hasta que murió su madre. "Entonces comenzó mi calvario. Un pariente me violaba y luego me sacó de la casa. Era bonita y de buen cuerpo. Pero el alcohol y la mala vida me han pasado la cuenta”, confiesa. Y se tira a dormir encima de unos cartones en un portal de La Víbora, barriada al sur de la ciudad.

Justiz y Dayana coinciden que en los últimos tres años comer se ha convertido en un lujo para los 'deambulantes', término utilizado por los medios estatales al referirse a mendigos, pordioseros y personas sin techo que hoy se encuentran en casi todas las provincias.

“Si para quienes trabajan y tienen casa es un dolor de cabeza conseguir un plato de comida, imagínate para nosotros, que dormimos en las calles y portales. Ya casi nadie bota sobras de alimentos. Y la comida que te dan en los comedores pertenecientes a la asistencia social es poca, mala y cara y no siempre nos alcanza el dinero. Muchos nos tratan como si fuéramos animales. Y al Estado no le importamos”, dice Justiz.

A Gerald, dependiente en un agromercado, más que la crisis económica y la creciente inflación, le preocupa cómo la sociedad cubana ha ido perdiendo los valores cívicos. “Es alarmante ver a niños y ancianos que se prestan para robarte. A mi tarima vienen todos los días unos cuantos viejos y chamacos que aparentan estar mirando las viandas y al menor descuido se llevan plátanos, guayabas, tomates, lo que sea. Otros no roban, pero me piden que les regale los productos que están a punto de podrirse. A veces son personas decentes y preparadas. Si el gobierno sigue apretando la soga, Cuba se convertirá en una nación de hambrientos, rateros y pedigüeños. Nunca pensé que viviría situaciones tan extremas. Ya lo dijo la Biblia, se verán horrores”.

José Carlos, ingeniero, considera que la podredumbre moral y falta de educación es un reflejo de una sociedad que está en caída libre. “Esta regresión comenzó con la desaparición de la Unión Soviética. La Venezuela de Hugo Chávez frenó en algo el retroceso con los subsidios petroleros y miles de millones de dólares que el gobierno cubano despilfarró y apenas invirtió en obras públicas. La industria se descapitalizó y la mayoría de las producciones, cosechas agrícolas y elaboraciones de alimentos han retrocedido o están paradas. Cuba sobrevive gracias al dinero que le dejan de pagar a los médicos en el exterior y las remesas de los antiguos gusanos. A los emigrados hay que erigirles una estatua y ponerla en la antigua Plaza Cívica. El panorama es cada vez peor porque no existe un líder capaz de revertir la situación. GAESA y los militares son los que gobiernan en la sombra. A Díaz-Canel lo han puesto para administrar la isla junto a una caterva de burócratas, corruptos y mediocres. No sé de qué forma los cubanos vamos a salir de esta desgracia. Si la situación no cambia, moriremos de hambre”.

Cuando usted conversa con cualquier ciudadano en la calle, percibe una sensación de rabia, impotencia, frustración. Sandra, peluquera, reconoce que ya no soporta vivir en Cuba. “Tantas mentiras del gobierno no auguran un futuro esperanzador. Soy religiosa y a veces creo que es un castigo de Dios, y me pregunto qué hemos hecho los cubanos para merecer tan mala suerte. Si no emigro pronto me vuelvo loca”.

Ogrescar, profesor jubilado, piensa que cada pueblo tiene lo que se merece. "Le dimos un cheque en blanco a unos sinvergüenzas y ahora lo estamos pagando. No hemos tenido el valor ni el decoro de reclamar nuestros derechos y expulsarlos del poder. La gente se siente traicionada, engañada, estafada. Cuba se ha convertido en una selva donde solo sobreviven los más fuertes. Siento pena por los millones de ciudadanos que aplaudimos a Fidel Castro, yo incluido. Nos toca jodernos y rezar, a ver si un milagro nos quita a esta gentuza de encima”.

Miguel, emprendedor privado, subraya que mientras “la gente pueda emigrar, no va a salir a la calle a exigir cambios políticos, económicos y sociales. Vamos camino de ser la Corea del Norte del Caribe. De llegar a ese extremo, necesitaríamos una intervención humanitaria de la ONU”.

Nueve de cada diez encuestados opinan que el nuevo paquetazo 'socialista' aprobado por el régimen provocará otra ola inflacionaria y empobrecerá todavía más a los cubanos de a pie. Si el presente de Cuba da miedo, el futuro asusta.

Iván García
Video: Realizado por el youtuber habanero Rockeando con Dyango.